En la SINA bajo la mirada del águila calva

Por: Raúl Antonio Capote

La residencia que ocupan los jefes de la SINA está ubicada en un otrora exclusivo barrio capitalino, es una mansión imponente, rodeada de árboles, ese día estaba engalanada especialmente para la fiesta de celebración del Día de la Independencia, con banderas americanas de todos los tamaños, luces, guirnaldas y globos multicolores.

Llegué temprano en el auto de Kelly Keiderling, jefa de la oficina de Prensa y Cultura, entramos juntos, saludamos a Jame Cason, jefe de la SINA, y su esposa que se preparaban para recibir a los invitados. Kelly se disculpó y fue a ocuparse de las tareas que le correspondían en función de su cargo.

La celebración se realizó ese año 2004 el 1 de julio, fue una fiesta abundante en comidas y bebidas, platos típicos de los Estados Unidos, con un buen espectáculo artístico preparado por Kelly. Tony Ellis y los Músicos de Braeburn, un grupo de Bluegrass, Tony Ellis apodado “el Bach de monte adentro”, es un destacado artista de banjo.

Después del himno nacional, los marines honraron la bandera que pasó entre las filas de invitados. James Cason pronunció las palabras centrales del acto…el Granma dice que la intervención estadounidense en Irak sólo tiene por objetivo sojuzgar a los honrosos iraquíes que están peleando en defensa de su pueblo… más allá de nuestras fronteras estamos encerrados en una lucha contra las fuerzas de un terrorismo que desea imponer su visión fundamentalista y antiliberal del mundo. Estamos involucrados en un ambicioso y a veces mortal esfuerzo por ayudar a los iraquíes a construir el país que ellos escojan, esfuerzos que los propios iraquíes manejarán a partir del traspaso de poderes al gobierno iraquí este lunes pasado. Estas palabras no necesitan comentarios, después nos enteraríamos de Abu Graid, Guantánamo etc.

Sentí rabia, Irak es un país que admiro, cuna de la cultura humana. Tuve la oportunidad de conocer de cerca a su pueblo, el esplendor de su arte, las grandes obras arquitectónicas, la nobleza de su gente, las miserias y virtudes que acompañan a cada nación. Nunca simpaticé con Saddam Hussein, al contrario, pero sentía a Irak como una parte importante de mi juventud. Ver por la TV caer bombas sobre Bagdad fue una amarga experiencia. Las llamaradas quemando la ciudad de las Mil y una Noches. Millones de personas en el mundo vieron cómodamente sentados en sus casas como se perpetraba el crimen, para tranquilizar conciencias de poco peso, las cámaras no tomaron vistas de la sangre, de los muertos, de los mutilados, la TV no proyectaba el dolor, ni el sufrimiento, todo era como en las películas, como en los juegos de video, entre cervezas, rositas de maíz y viajes al baño, la gente moría.

Sobre Cuba diría Cason: es un lugar donde el costo de defender los derechos humanos es muy alto. Nos sentimos honrados con la asistencia esta noche de algunos presos políticos recientemente liberados, los cuales se sacrificaron tan valiente y generosamente por todos los cubanos.

Valientemente, bueno, no lo creo, generosamente si, generosamente bien pagados, eso lo sé muy bien. Sentirse honrados, él ¿Casón? Imposible, si en privado decía todo lo contrario de ellos y les nombraba con muy feos adjetivos.

La nota la dieron los cubanos invitados, muchos se acercaban creyendo era estadounidense o cubano americano para pedir que los acercara a Cason o para plantear algunos de sus proyectos, aclarado el equívoco se marchaban con viento fresco. Ya con la fiesta en todo su apogeo muchas de aquellas personas se dedicaron a llevarse como suvenir, platos, banderitas americanas, bandejas, servilletas, cubiertos, jabones de los baños, papel sanitario y cuanta comida o chuchería estuviera sobre las mesas, parecían una plaga de langostas para vergüenza de unos pocos, molestos y avergonzados por esta actitud de nuestros compatriotas, que eran observados con sorna por los americanos.

Repaso, como uno de los momentos más desagradables de ese día, la pelea que se originó al principio de la fiesta, la causa fueron los radios portátiles que la SINA acostumbraba a obsequiar a sus servidores. Estábamos bebiendo unas cervezas y escuchando la buena música que animaba la actividad cuando sentimos un alboroto, una fuerte discusión, seguida de una molotera, un grupo de invitados peleaba por apoderarse de algo que venía en unas cajas, varios funcionarios de la SINA miraban sonrientes al grupo que se disputaba los objetos a como diera lugar, qué pasa pregunté preocupado, que es lo que genera tanto alboroto y discusión, nada, respondió un funcionario, es por los radios, y tanto lío por unos radios portátiles, es que los venden después en 10 USD aclaró Kelly y si ustedes saben que ellos los quieren para venderlos porque los reparten, nadie respondió.

Por suerte, el camino que siguieron la actividades con los norteamericanos y que me convertiría a la postre en un agente de la CIA, me alejó de esa fauna antinacional y sus vergonzosos desafueros.

Autor: Raúl Antonio Capote

El adversario cubano, comprometido con la verdad, la justicia y mi Patria Grande.

13 opiniones en “En la SINA bajo la mirada del águila calva”

  1. Raulillo,¡te tocó gente menos elegante que a mí! En mis tiempos no había tantas «peloteras» por los radiecitos,jajajajaja Y es cierto que los vendían por 10 «fulas»

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