Por: Raúl Antonio Capote
Los conquistadores españoles, sedientos de oro, llegaron a estas tierras, para obtenerlo asesinaron, torturaron, e hicieron trabajar hasta el agotamiento a los habitantes de la región. Algunos invasores creyeron, ante la belleza de los bosques, montañas y ríos y la generosidad de los lugareños, que habían descubierto el Edén, pero el poder del dios de metal amarillo fue más fuerte que cualquier confusión teologal.
A pesar de la resistencia de los taínos, nada les pudo salvar de la esclavitud y la muerte. Legaron sus genes a sus predecesores, en los que se nota a simple vista la herencia aborigen, legaron leyendas, palabras sueltas, ritos y costumbres y están presentes en el cubano de hoy, como lo está el africano, el chino y el europeo, pelearon durante años contra los invasores y prefirieron morir antes que se esclavos.
Los españoles buscaban oro pero el verdadero tesoro estaba ante su vista, una joya adorna los montes de Baracoa y Maisí, las Polímitas, concentrado de colores nacidos de la savia de las plantas, de la tierra, de las piedras, del alma de los habitantes de la región.
Cuenta la leyenda que un cacique enamorado de una bella muchacha, para ganar su amor, quiso ofrecerle un regalo único y salió un día a conquistar los colores del sol, el verde de las montañas, el rojo de las flores, el blanco de la espuma del mar, pero al sorprenderle la oscuridad, no pudo conquistar el azul del cielo, contentándose con el negro de la noche.
Ella deslumbrada, al contemplar tan singular creación, le imprimió la cadencia de su baile, la ternura de sus palabras y la dulzura de su ser.
Subimos con los torreros de Radio Cuba, esos héroes de la recuperación de las comunicaciones destruidas por Matthew, por senderos de encanto, la vegetación se recupera poco a poco, el verde renace entre la tierra quemada, en medio de condiciones muy duras trabajan los torreros, arman pieza a pieza, sección a sección las torres, para luego subirlas a decenas de metros de altura y colocarlas como en un rompecabezas, atornillarlas con paciencia, sin importar el sol o la lluvia, ahí está el torrero a punto de tocar el cielo, gracias a ellos las comunicaciones quedarán mucho mejor que antes y servicios nuevos beneficiaran a los habitantes de estas regiones de Guantánamo, salvadas del silencio por la sabiduría y entrega de los obreros de las comunicaciones.
Pero el caracol más bello de la tierra, acaba de sufrir un duro golpe, Matthew dañó seriamente su hábitat. Han pasado casi 70 años desde que el destacado malacólogo M. Jaume en 1943, lanzara la primera llamada de aviso acerca del estado de amenaza de las polímitas cubanas. La pérdida o trasformación de su hábitat natural y sobrexplotación por colectas indiscriminadas ha colocado a las polímitas a punto de desaparecer. En Joa, El Paraíso, Yumurí, Mandinga, Guandao y Yara, casi no se ven ejemplares.
Una de nuestras joyas más preciadas está al borde de la extinción. ¿Quién salvará a las Polímitas?
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