Por: Raúl Antonio Capote
A mi amigo Ángelo Giavarini
La noticia fue como un golpe rudo en el pecho, reconozco que no pude contener la lágrima que escapó sin permiso, sabía de su enfermedad, del sufrimiento, pero siempre nos quedaba la esperanza de que ocurriría un milagro y le veríamos llegar, como aquella mañana en Holguín, Cuba, cuando le conocí y luego en Italia y tantas y tantas veces en tantos lugares, como un ciclón arrasando con todo, con su eterna sonrisa y sus travesuras de niño grande, como cuando recorrió una decena de kilómetros, todavía convaleciente de una operación, para asistir a la presentación de uno de mis libros cerca de Cremona en Italia, esa noche se apareció con más de 25 libros que había comprado para que los firmara y dedicara a sus múltiples amigos y amigas en todo el mundo.
Eterno comprometido con las causas justas de este mundo, lo mismo estaba en Brasil, que en Venezuela, que luchando por el regreso de los cinco cubanos presos injustamente en los Estados Unidos, lucha a la que se consagró en cuerpo y alma, cualquier injusticia cometida contra cualquiera en este mundo encontraba en Ángelo su caballero andante.
Hijo de una tierra que tantos buenos e incondicionales amigos ha dado a nuestra Isla, él no fue uno más, destacó por su compromiso, su amor y su entrega, fue un soldado de la causa de Cuba revolucionaria hasta el último segundo de vida.
Se ha marchado físicamente un bienaventurado que siempre tuvo hambre y sed de justicia, un compañero de corazón limpio y alma entera. Se ha marchado un amigo y compañero y cuando parte un amigo algo de nosotros se marcha con él y mucho de él queda en nosotros para siempre.
Estarás Ángelo, en cada marcha en la Plaza, en cada combate, en cada sueño compartido por un mundo mejor, siempre alegre, siempre con una broma a flor de labios, con la picardía que era la sal de tu carácter y sobre todo con tu entrega y compromiso con los pobres, con los humildes de este mucho, con la libertad.
La muerte no es verdad cuando se ha cumplido bien la obra de la vida
Hasta siempre querido amigo.
Raúl Capote Fernández.
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