Contemplaba al gato de mi vecino desperezándose en el balcón, es un hermoso ocicat, obediente y manso. Nunca hace nada que moleste a su amo, está bien entrenado, cuando alguien visita la casa, se enreda en las piernas del invitado, acariciante y sumiso.
Quizás sea que los días de lluvia se prestan para la divagación, pero, viendo el agua caer recordé a un viejo amigo de aquellos tiempos duramente humanos. Se puede decir que comenzamos juntos nuestra carrera intelectual en el campo de las letras, sin embargo nuestros caminos tomaron en los finales de los 90 caminos bien diferentes.
Mi amigo, multipremiado, a quien no le faltaban las buenas ofertas de trabajo en importantes instituciones, que era celebrado y alabado por los funcionarios de esas instituciones, esperaba mucho más, mucho más, creía merecer mucho más. Entonces ambos nos declarábamos comunistas, leninistas, subversivos del imperio global, anticapitalistas convencidos, éramos además fanáticos lectores de Antonio Gramsci y del Ché. Continuar leyendo «Divagación sobre las mascotas o praxis del intelectual correcto»
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