Capitalismo o qué

Si sumamos los muertos provocados por la trata de esclavos, durante el período colonial de las principales potencias europeas y la mayoría de los conflictos bélicos del siglo XX (la Primera Guerra Mundial, la guerra civil rusa posterior a la revolución de octubre de 1917

Por: Raúl Antonio Capote
Leí a varios decir en estos días que el socialismo es innatural, que no es propio de la naturaleza humana. Y qué es propio me pregunto. La barbarie?
Lo que es innatural en todo caso es el egoísmo, la insolidaridad, la avaricia, la ambición desmedida,el racismo, la discriminación de la mujer, todas esas enfermedades que enlodan alma, propias de las sociedades divididas en clases, lo innatural es el hombre convertido en mera mercancía, eso si es innatural, y eso es el capitalismo, millones de hombres y mujeres en el mundo padecen hambre, mueren de enfermedades curables, son analfabeta, cientos de miles mueren cada año por guerras injustas promovidas por la ambición y la avaricia, esa ambición sin límites que destroza la naturaleza, contamina las aguas y tiene a la humanidad al borde del desastre, eso es el capitalismo.
Si sumamos los muertos provocados por la trata de esclavos, durante el período colonial de las principales potencias europeas y la mayoría de los conflictos bélicos del siglo XX (la Primera Guerra Mundial, la guerra civil rusa posterior a la revolución de octubre de 1917, la irrupción del fascismo italiano, el surgimiento del nazismo alemán, la Segunda Guerra Mundial, las intervenciones estadounidenses en América Latina, la Guerra de Vietnam y la represión de los movimientos sociales históricos, como lo que tuvieron lugar durante la década de 1960,  si a esto sumamos las guerras de rapiña de finales del siglo XX y principios del XXI, las hambrunas, las epidemias que pudieron ser evitadas de no ser por la ambición de las transnacionales, la pobreza extrema, la falta de higiene, etc. Estamos hablando de un sistema que ha asesinado a millones de seres humanos.
El capitalismo domina casi en solitario el planeta desde hace 25 años, un planeta donde hay 900 millones de personas  desnutridas y por supuesto ninguno de ellos vive en un país socialista.
El socialismo es el intento por acabar con ese estado de cosas, es construir un mundo sin guerra, sin pobreza, sin hambre, en fin, justo y feliz, eso es lo natural, que seamos solidarios, que seamos hermanos uno del otro y de la otra, eso es socialismo, es innatural también que se culpe a la víctima, qué tamaña ceguera hay que tener para no ver que la causa fundamental de las limitaciones que los cubanos padecemos, nos la causa el bloqueo económico reconocido por todos los países del mundo en la ONU, (ver votación en ONU contra Bloqueo) y por el propio Presidente de los EEUU.
Ningún país en su historia ha soportado una guerra económica y financiera de tal magnitud y alcance, si estamos aquí y si la inmensa mayoría del pueblo cubano defiende la Revolución es porque sabemos que hemos podido sobrevivir y salir adelante por el socialismo, si hemos preservado la soberanía, la libertad y no hemos muerto de hambre, es por el socialismo. Al socialismo debemos estar aquí, ser un país libre y no el casino de juego de los yanquis, no el patio trasero de los Estados Unidos, al socialismo debemos ser un país digno y respetado en todo el mundo.
Reconozco que hay quienes piensan solo con su estómago, que hay quienes llevan la sumisión al poderoso en los genes, que les resulta innatural la insumisión, la rebeldía, la libertad real, no la de comprar que depende de acceso a determinada riqueza, sino la libertad de ser y de tener.
El hombre y la mujer del socialismo llegarán un día, sin dudas, si antes el capitalismo no extermina a la especie humana, porque es innatural que un ser humano se crea superior, se crea mejor que otro, que un ser humano explote a otro, que viva como parásito de otro, que mate a otro, que esclavice, que humille, que desprecie.
Que tenemos cosas que vencer internas, es verdad, que hay trabas que destrabar, sobre todo mentales, que tenemos mucho por hacer, lo sabemos y a eso estamos llamados, a construir un socialismo próspero y sustentable, sabemos que podemos hacerlo y lo vamos a hacer como hombres y mujeres libres que somos.
Son muchos los retos, construimos una cultura diferente, somos la alternativa, somos la disidencia de este mundo que se destroza a manos de un grupo de familias y sus servidores que se creen nuestros dueños.
Cuba saldrá adelante, junto a nuestra América, en el mediterráneo americano se construye una nueva civilización, junto a los hombres y mujeres de buena voluntad de todo el mundo, junto a los que creen que es innatural que el hombre sea lobo del hombre, construiremos el paraíso en la tierra para toda la humanidad.
Leí también que eso es una utopía, puede ser, pero trabajamos y luchamos por construirla y en el intento por alcanzar esa utopía nos empinamos y crecemos y somos mejores seres humanos.

La lista de Orwell.

La filmación y distribución de Rebelión en la granja (Animal farm) estuvo totalmente orientada por la CIA. Primero, con la gestión que acometieron los agentes Carleton Alsop y Finis Farr, cumpliendo orientaciones de su superior E. Howard Hunt,

Por: Jorge Ángel Hernández
El afamado escritor británico George Orwell, autor de la igualmente célebre novela 1984, se empleaba de lleno y con conocimiento de causa en el entramado de la Guerra Fría cultural. Desempeñaba su papel de colaborador activo de la CIA, sobre todo a través del intelectual agente Arthur Koestler, con quien bromeaba calculando el grado de traición que podrían alcanzar las “bestias negras favoritas” de su lista de denuncias. En su meticuloso diario, Orwell compiló los nombres de treinta y cinco personas en 1949, pero engrosó rápidamente el número en ese mismo año, hasta llegar a 125 sospechosos de simpatizar con el comunismo o de colaborar con él directamente. La abultada lista sería entregada por él mismo al Departamento de Investigación de la Información (IRD, por sus siglas en inglés).

George Orwell

Orwell denunciaría así a quien se consideraba su amigo, el poeta Stephen Spender, por su “tendencia a la homosexualidad” y por ser “muy poco fiable” y “fácilmente influenciable”.  El célebre e incluso autor superior a él mismo, John Steinbeck, fue incluido en su nómina de bestias negras por considerarlo “espurio, pseudoingenuo”, y asimismo Upton Sinclair, apenas por calificarlo de “muy tonto”. El político y periodista panafricanista George Padmore, radicado en Londres luego de haber abandonado el comunismo soviético, pasa a su lista por “antiblanco” y probable amante de Nancy Cunard.

Kingsley Martir, director del New Statesman and Nation, donde Orwell publicaba, quedaría en su lista como “liberal degenerado. Muy deshonesto”. El intelectual, actor y cantante negro Paul Robeson también fue víctima de sus acusaciones por ser muy “antiblanco, partidario de Wallace”, y J. B. Prestley por “simpatizante convencido”, “muy antiamericano” y con posible vínculo organizativo con el anticomunismo. Michael Redgrave, quien aparecería después en el filme 1984, también quedaría enlistado por el paranoico colaborador de la CIA. A esas alturas, Orwell sabía que lo aquejaba una tuberculosis que no había respondido favorablemente al tratamiento especial que desde los Estados Unidos le enviaran. Pronto, la enfermedad lo llevaría a lo que, con despiadado humor negro, Mary McCarthy consideraría, por la fuerza del giro a la derecha de sus últimos actos, una feliz muerte prematura.

Coincidiendo en el tiempo con la lista de Orwell, organizaciones racistas de los Estados Unidos boicotearon conciertos de Paul Robeson, quien, a pesar del peligro que corría, se negó a refugiarse en la Unión Soviética, donde, según declaró públicamente, se sintió verdaderamente tratado como una persona. Sus motivos respondían a un patriotismo vital: consideraba un deber heredado reconstruir su país.

La filmación y distribución de Rebelión en la granja (Animal farm) estuvo totalmente orientada por la CIA. Primero, con la gestión que acometieron los agentes Carleton Alsop y Finis Farr, cumpliendo orientaciones de su superior E. Howard Hunt, de conseguir los derechos a través de la viuda, Sonia Brownell, con quien Orwell se había casado en 1949, en el hospital donde se hallaba ingresado. El propio Hunt revela en detalles las gestiones en sus Memorias, publicadas en 1974.

Las más famosas novelas, Rebelión en la granja (Animal farm) y 1984 no fueron sino parte de su plan de trabajo como colaborador del IRD. Cada una cumple a cabalidad las normas de comunicación de requisito, así como la dirección de contenido que establecía al socialismo como un experimento fallido. Si bien en ambas es posible hallar referencias al entorno británico inmediato, que el público podía relacionar y disfrutar sin demasiado esfuerzo, muchas de las cuales fueron suprimidas en las respectivas versiones cinematográficas, el superobjetivo de ambas obras se enfoca en el anticomunismo. En ninguna de ellas da paso a la más mínima esperanza.

Arthur Koestler, artífice de las nuevas direcciones de guerra fría que el IRD alentaba, recibió en su círculo a George Orwell desde 1940. Los propósitos del Departamento estaban enfocados justamente en atraer a los rebeldes de tradición izquierdista que se habían declarado en contra del poder central socialista. El uso de desertores y descontentos liberales era objetivo central de su política, aunque muchos de ellos no fuesen avisados de que el financiamiento de sus obras procedía de la CIA. El propio Koestler, quien venía de Hungría y de un periplo comunista activo, se lanzaría al objetivo con la novela El cero y el infinito (Darkness at Noon), centrada en los excesos de los llamados procesos de Moscú.

El biógrafo autorizado de George Orwell, Bernard Crick, lo consideraba “un hombre profundamente reservado, austero, sencillo, y en cierto modo, inhibido.”  Visto así, pueden tratarse de rasgos de personalidad común, incluso estos que añade: “Es de dudarse que tuviera amigos íntimos con los que pudiera desahogarse y discutir problemas y dificultades”. Sabidas sus aventuras de colaboración con Koestler, estas características adquieren un matiz diferente, que bien remiten al comportamiento del espía con objetivos definidos.

“Hablaba con sus amigos sobre cuestiones de carácter público: libros, política y rarezas de la historia natural o de la vida urbana –agrega Crick–. Podía disertar incansablemente sobre pájaros, y Cyril Connolly, maliciosamente, comentó una vez que Orwell difícilmente podía sonarse la nariz sin sospechar y denunciar un cartel de los fabricantes de pañuelos”. Su radio de acción se extendía a varios círculos de relaciones, como lo revela el propio Crick: “Tenía diversos círculos de amigos y conocidos: poetas bohemios pobres y aspirantes a novelistas en los pubs de Bloomsbury, la elegante camarilla de las revistas literarias, en la que figuraban Connolly y Spender, los periodistas de Tribuney una variada fauna de activistas de izquierda, algunos anarquistas británicos relacionados con Freedom Press y la librería, y su viejo círculo de Southwold”.

Spender figuraría en la lista, lo que demuestra que ese hombre, reservado y austero, desarrollaba una plena habilidad de atraer a las personas, fingir amistad y sonsacarles sus criterios para, como planteaba el objetivo del IRD, sacarlos primero de las publicaciones y denunciarlos y juzgarlos una vez que se les comprobaran vínculos reales con organizaciones o personas comunistas. Horizon, de Cyril Connolly fue la primera de las revistas en desaparecer por falta de financiamiento en 1950.  Agrega incluso Crick que, en general, Orwell “mantenía separados estos mundos y quizás era anormalmente reservado acerca de a quienes conocía y a quienes no pero, ocasionalmente, podían coincidir en su piso para un té de las cinco (al que era muy aficionado)”.

La compartimentación de amistades y relaciones de trabajo es algo natural en el medio, desde luego, y servía a su verdadero objetivo de hacer de vigilante, lo que cumplió cabalmente con su lista a menos de un año de su muerte. La compartimentación es, por demás, un requisito indispensable para el espionaje. Si hay, como lo han advertido algunos críticos posteriores, desgarramiento en estas novelas, se debe sobre todo a que Orwell cumplía parte de las funciones que se satirizan en ellas: denunciaba a quienes diferían en criterios políticos, excluía a los homosexuales y camuflaba su racismo con acusaciones de extremismo activista.

El propietario editorial Fredric Warburg, quien publicara Animal farm, con Secker & Warburg, se tomaría activo interés en su posterior producción cinematográfica, completamente financiada por la CIA y, por tanto, con un guión minuciosamente revisado por el Consejo de Estrategia Psicológica (Psychological Strategy Board), programa secreto aprobado por el presidente Truman para llevar a cabo la guerra sicológica con el bloque socialista. Este proceso de revisión provocó cambios sustanciales en sus perspectivas ideológicas y, sobre todo, en los giros simbólicos que actuaban en los patrones de juicio de la masa. Secker & Warburg sería, además, uno de los elementos del llamado “triple pase” de tapadera para el financiamiento de la revista Encounter, que editaría el supuestamente peligroso Stephen Spender.

Orwell, quien falleció en la noche del 21 de junio de 1950, dejó inconcluso, apenas esbozado, un proyecto de novela en tres volúmenes cuyo tema era la decadencia del viejo orden, la revolución traicionada y el análisis del totalitarismo inglés. Así, continuaría siendo fiel al objetivo del IRD y buscaría, con la fama de apoyo, elevar el nivel de sus propuestas literarias por encima de la trilogía de preguerra. Pero este proyecto no consiguió abultarse, ni siquiera al punto que lo hiciera su primera lista de bestias negras anticomunistas.

Tomado de: La Pupila Insomne

(Cubaliteraria)

Origen: (1) La lista de Orwell. Por Jorge Ángel Hernández ‹ Lector — WordPress.com

Documental desata polémica en Rusia

La URSS regresará

La Santa Mambisa

Por: Periódico “Sovietskaia Rossia”.

A propósito de la emisión en la TV rusa del documental “URSS, el naufragio”

En la segunda quincena de diciembre en un canal de televisión ruso transmitieron un documental, un proyecto de Dmitri Kiselev llamado “URSS, el naufragio”. En los años 90 el nuevo gobierno nos prometía la abundancia. La recibimos en su totalidad. Me gustaría dar las gracias al autor de la película, por recordarnos que una vez fuimos personas que vivían en un país grande, donde nadie se señalaba con el dedo, tú eres ruso, pero tú no eres ruso. Todos teníamos suficiente sol y pan, todos éramos soviéticos.

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