Por: Raúl Antonio Capote
José Martí refiriéndose a los Estados Unidos, escribió en 1884 “¡En la médula, en la médula está el vicio, en que la vida no va teniendo en esta tierra más objeto que el amontonamiento de la fortuna!”
Elecciones hoy en Estados Unidos, dinero a raudales de las arcas de los poderosos, de la alta burguesía, del complejo militar industrial y financiero, -el partido que gobierna Estados Unidos– y que en un juego casi perfecto, se divide en Demócratas y Republicanos, -un solo partido- que compra cada cierto tiempo a personas que les sirvan.
Los candidatos presidenciales en EE.UU. deben tener la suficiente resistencia para aguantar una competencia donde todo se vale, el golpe bajo y artero, los ataques personales, raciales, de género, la mentira, la bajeza, el engaño, la trampa, todo se vale. Se escruta sin ética de ninguna clase en la vida privada de los aspirantes, la explotación del escándalo sexual para deshacerse de un rival es algo habitual y tiene historia en la política estadounidense.
Larry Craig fue arrestado en el 2007, por realizar actos lascivos en un baño de aeropuerto en un hombre, el escándalo le obligó a renunciar ese mismo año. Garry Hart en 1987 tuvo una relación extramatrimonial, en ese momento era el precandidato demócrata más fuerte para alcanzar la presidencia, el escándalo le obligó a renunciar a la candidatura.
Michael Dukakis, candidato demócrata en 1988, ha sido uno de los más atacados en la guerra sucia electoral. De él se dijo que durante su época de gobernador de Massachusetts había promovido políticas carcelarias que beneficiaban a los criminales. Los republicanos no dudaron en relacionar su gestión con un atraco a mano armada y una violación perpetrados por el preso Willie Horton, mientras disfrutaba de un permiso de fin de semana. Sus rivales también esparcieron el rumor de que su esposa había quemado una bandera de EEUU en unas protestas contra la Guerra de Vietnam, incluso dijeron que el candidato se sometía a tratamiento psiquiátrico.
El equipo del presidente George Bush aseguró que Bill Clinton tuvo lazos con comunistas soviéticos en su época de estudiante. Al demócrata se le calificó de ‘mujeriego’, aunque al candidato republicano también le adjudicaron una relación extramatrimonial, esta vez con su secretaria de toda la vida, Jennifer Fitzgerald.
En 1984, Ronald Reagan, de 73 años, supo esquivar, las saetas que su rival Walter Mondale le lanzaba sobre su vejez. A Bob Dole, candidato republicano en 1996, con los mismos años que Bush, le atacaban constantemente con el asunto de la edad (su famosa caída durante un mitin en California puso en entredicho su estado de salud). Quizás por eso intentó ganar terrero a Bill Clinton, el favorito, con otras tácticas, como la de sugerir que el entonces presidente, quien confesó haber consumido marihuana en su juventud (aunque «sin tragar el humo»), era el culpable del aumento del consumo de drogas entre los adolescentes. En un ‘spot’, los republicanos se preguntaban: «¿Se tragó el humo o no?
John McCain aprendió bien de las zancadillas que le hizo su compañero de partido George W. Bush cuando presentó su candidatura a la presidencia en 2000. Los votantes de Carolina del Sur recibieron una curiosa llamada en la que se pedía su opinión: «¿Qué pensaría usted si supiera que el senador McCain tiene un hijo ilegítimo con una prostituta negra?». McCain, cuya hija ‘ilegítima’ era en realidad su hija adoptada de Bangladesh, se quedó fuera de la carrera por la Casa Blanca. En 2008 las llamadas preguntaban a los votantes sobre la idoneidad de un presidente mormón, en referencia al candidato M. Romney.
En elecciones tan disputadas como las que enfrentaron a George W. Bush y John Kerry, el juego sucio era un arma recurrente. Atacar por los flancos familia, religión o patriotismo suele dar buenos resultados. Bush contó en su equipo con uno de los mayores cerebros en la maquinaria de inmundicia de las campañas electorales: Karl Rove. Tanto en 2000 como en 2004, Bush tuvo que defenderse de sus rivales, que le acusaron de no haber servido en la Guardia Aérea Nacional con patriotismo al preferir quedarse en el país antes que ir a luchar a Vietnam.
Los demócratas presentaron a su candidato de 2004, John Kerry, como el héroe de guerra que había servido con honores en Vietnam; los republicanos, como el traidor que había arrojado sus medallas ‘Corazones Púrpura’ en una manifestación contra el conflicto en 1971. Además, un grupo de excombatientes vinculados a la candidatura de Bush (Los ‘Veteranos de lanchas rápidas por la verdad’, con Karl Rove de nuevo involucrado) lanzó un anuncio en el que se negaban los méritos de Kerry en Vietnam.
Una foto de Obama vestido con el traje típico de Kenia sirvió para alimentar los rumores de que el senador era musulmán. Ha sido «la maniobra más vergonzosa, ofensiva y con la intención de causar más miedo que hemos visto en el seno de cualquier partido en las elecciones», según el equipo de Obama.
Cuando se trata de ensuciar a un candidato, lo importante no es encontrar una mancha en su vida que revelar, sino que ésta, real o no, parezca verosímil. Sobre Obama se sugiere que el candidato mantiene relaciones con el islam y que consume cocaína. Obama por su parte en las elecciones pasadas “alertó” de que John McCain prolongaría la guerra de Irak por 100 años más, aunque el candidato nunca dijo eso. Además, aún no se sabe si es Sarah Palin la cerda con pintalabios a la que se refirió en un discurso.
Las primarias
Las elecciones primarias son la primera fase para que cada partido escoja a su candidato a presidente. En la mayoría de los países, los partidos escogen al candidato, pero en EE.UU son los electores que se inscriben como votantes de uno u otro partido quienes deciden a partir de una lista de candidatos. Los aspirantes, que se enfrentan a otros candidatos de su propio partido, deben ganar suficientes primarias estatales como para que consigan la mayoría de delegados en la convención de su partido, que se celebra durante el verano del año electoral.
Algunos estados, como Iowa, utilizan un sistema de comités (o caucus) en lugar de las primarias para elegir a sus delegados.
Las convenciones
Las convenciones de los partidos son la parte más espectacular del proceso electoral. Los delegados de cada estado formalmente eligen a su preferido para la candidatura a la presidencia y el que tiene más delegados es el que gana -y normalmente se asegura el apoyo de los partidarios de los candidatos rivales. El candidato ganador también nombra a su compañero de fórmula, que ocupará la vicepresidencia del país en el caso de resultar elegidos.
Los candidatos oficiales comienzan, luego de la época de las convenciones, la recta final de la campaña electoral. Los aspirantes retocan sus programas electorales para captar tanto el voto de los indecisos, y de los partidarios de los candidatos que resultaron derrotados en las primarias. Es en este momento que se gasta una gran cantidad de dinero en anuncios por televisión y cuando se celebran los debates televisados entre los candidatos.
Se calcula que unos 100 millones de personas acudirán a votar. Sin embargo, el presidente no es elegido directamente por los votantes. Cada estado tiene un número de miembros del Colegio Electoral que vota por el presidente en nombre de los votantes. El número de miembros refleja la representación del estado en el Congreso.
El ganador en cada circunscripción electoral contabiliza a su favor todos los votos emitidos en ese estado, mientras que el resto de los candidatos no obtiene ninguno.
Money, Money
El dinero de que disponga cada candidato va a ser esencial ¿Cuánto cuesta ser Presidente? Bueno mucho, muchísimo dinero Si juntamos los costes de demócratas y republicanos en procesos electorales anteriores, las elecciones presidenciales de 2008 costaron unos 5 mil millones de dólares, las intermedias de 2006 unos 2.85 mil millones de dólares, las de 2002 unos 2.18 mil millones de dólares, y la de 1998 sumó 1.61 mil millones de dólares.
Estamos antes las elecciones presidenciales más caras de la historia de los EE.UU. El coste de esta campaña superó los 6 mil millones de dólares, aseguró el Centro de Política Responsable (CRP) y las expectativas de gasto para procesos posteriores, como la historia así lo demuestra, irán aumentando de forma exponencial.
En territorio yanqui es habitual que los simpatizantes apoyen la carrera de sus líderes políticos con cargo a su cuenta corriente. Las donaciones privadas son imprescindibles para elevar a un candidato al poder y para que se mantenga el sistema. Con todo lo que ello implica, porque ¿se puede legislar en contra de grandes industrias que han donado millones de dólares a tu causa?
En resumen, sin mucho, muchísimo dinero no se puede aspirar a ser presidente de los Estados Unidos.
¿Cómo se elige al presidente?
Ni Barack Obama ni Mitt Romney llegarán a la Casa Blanca gracias al voto directo sino que lo harán por los electores del Colegio Electoral. El candidato que logre la mayor cantidad de votos populares en un estado, se queda con todos sus votos electorales.
Para ganar los comicios, debe obtener la mayoría de los 538 votos electorales en disputa. El Colegio Electoral está integrado por 538 electores, número que está en vigencia desde 1964. La Constitución le asigna a cada estado un número de votos electorales. El número de estos «votantes» por cada estado es determinado por censo cada 10 años. Esto quiere decir que los estados con mayor densidad poblacional, tendrán mayor número de votos electorales.
El estado más densamente poblado, California, es el que tiene más bancas en el Congreso por lo que sus votos electorales son 55. Texas tiene 34, mientras que New York cuenta con 31 votos electorales. Florida, el cuarto estado con más densidad de población, tiene 27 votos electorales. Montana, por el contrario cuenta con 3 votos electorales.
Por esta razón, los estados con más habitantes son los más preciados por los candidatos ya que acarrean mayor cantidad de votos electorales, como los ya mencionados.
Un candidato necesita un mínimo de 270 votos electorales (la mayoría) para ser elegido presidente. Si bien cada candidato apunta a la obtención de la mayoría de votos populares, la meta final es ganar la mayor cantidad de estados, especialmente aquellos con más votos electorales.
Este sistema de elección ha dado como resultado que en ocasiones el candidato con más votos populares no sea electo presidente. No gana quien saca más votos populares, como ya ocurrió en 1876, 1888 y, más recientemente, en 2000.
Estas son las alecciones sobre las que ya José Martí decía en 1881 “los politicianos malogran y envenenan todas las banderas del espíritu — criminales públicos son, estos calumniadores de oficio”
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